Este proyecto obra del arquitecto Gabriel Montañés propone una vivienda contenida en dos forjados mínimos cuya relación es radical: 42m largo x 3m alto. Dos unidades habitacionales dentro de una misma planta y separadas por un patio cuya función principal es la de generador de corrientes de vientos cálidos. Apurando las dimensiones de la parcela, los 42 metros de fachada recta permiten distribuir todo el programa principal a sur dejando en el lado norte los servicios con aberturas mínimas. La distribución del programa en planta permite flexibilizar los usos de la vivienda, pudiéndose segregar la casa principal de la casa de invitados con el patio como nexo de unión.
Para evitar la sobreexposición de la casa en el entorno se deprimió el nivel de la planta y se creó un forjado de cubierta de losa inclinada de hormigón con sección cambiante en el eje norte-sur. A una cota aún más baja se proyectó la piscina que ejerce de límite del pavimento duro con el jardín, que a su vez, progresivamente va convirtiéndose en paisaje mediterráneo con nulo consumo de agua. Se recupera la totalidad del agua que cae en la cubierta del edificio acumulándose en un aljibe de 40 toneladas que se sitúa a nivel del gran sótano que ocupa el 50% del edificio y al que se accede por una rampa posterior.
El blanco, el hormigón, las celosías de madera y el cristal dibujan las fachadas en planta baja mientras que la pared seca es la protagonista cuando se cruzamos el límite de la cota 0.0m. La tecnología actual en cuanto a cerramientos nos permite la ambivalencia de ocultar todos los vidrios tras paredes cuando la casa está en uso y, en cambio, poder “bunkerizar” la casa mediante persianas correderas cuando se desee.
Para evitar la sobreexposición de la casa en el entorno se deprimió el nivel de la planta y se creó un forjado de cubierta de losa inclinada de hormigón con sección cambiante en el eje norte-sur. A una cota aún más baja se proyectó la piscina que ejerce de límite del pavimento duro con el jardín, que a su vez, progresivamente va convirtiéndose en paisaje mediterráneo con nulo consumo de agua. Se recupera la totalidad del agua que cae en la cubierta del edificio acumulándose en un aljibe de 40 toneladas que se sitúa a nivel del gran sótano que ocupa el 50% del edificio y al que se accede por una rampa posterior.
El blanco, el hormigón, las celosías de madera y el cristal dibujan las fachadas en planta baja mientras que la pared seca es la protagonista cuando se cruzamos el límite de la cota 0.0m. La tecnología actual en cuanto a cerramientos nos permite la ambivalencia de ocultar todos los vidrios tras paredes cuando la casa está en uso y, en cambio, poder “bunkerizar” la casa mediante persianas correderas cuando se desee.
Imágenes con el consentimiento Gabriel Montañés Arquitecto
Fotografía: Adrià Goula