Lo que antaño era un viejo garaje de coches en la ciudad francesa de Burdeos, es hoy un cálido apartamento. Después de una profunda rehabilitación, sus propietarios optaron por dejar a la vista los viejos muros de piedra, vigas de hierro y la antigua escalera de metal fundido conservando así la personalidad propia del lugar. Se unificaron suelos y acabados con la intención de mejorar la percepción del espacio, et voilà, el resultado es neutro, acogedor y singular.
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