Imaginaros una bonita mañana de primavera, el sol luce espectacular e invita a abrir las ventanas. Una suave brisa se cuela en el interior de la casa y por fin sientes que el buen tiempo ha llegado, pero en una vivienda mediterránea como esta tanto da que sea primavera, verano, otoño o invierno porque se disfruta siempre. Su interior en tonos tierra me ha robado el corazón. Frescos linos, algodones, madera virgen, estampados suaves y sin estridencias la hacen única. Me encanta el tabique de cristal que separa la cocina y como no un dormitorio de lo más natural con un cabezal realizado en piedra.
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