Esta hermosa casa, en la que viven una diseñadora gráfica y su esposo junto a sus dos hijos, data de 1884, pero su interior completamente reformado emana la elegancia y el sabor de antaño. Su premisa era la de devolverle todo el esplendor a la vivienda manteniendo el color blanco como seña de identidad. Su sentido del color se hace patente a través de los tonos arena usados en su interiorismo combinados con un profundo color negro. Un interior con reminiscencias industriales llenas de encanto.¿No creéis?
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