A primera vista este apartamento me desborda, luego poco a poco me conquista con cada detalle. Un espacio abierto, con personalidad y estética industrial. Me encantan la gran mesa y las sillas de madera y metal, los sillones vintage de piel y el espacio para juegos con un viejo futbolín, todo ello en un cocktail osado y ecléctico sólo permitido para un apartamento en el Soho neoyorquino. ¿No creéis?
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